“El candil representa la inteligencia adquirida, ya que la luz es una perfección para lo transparente, y deposita en la inteligencia material, la inteligencia adquirida, convirtiéndola en un reflejo de sí misma”. Avicena (Ibn Sina – Nace en 980, Agshona, Bujará, Imperio samánida (Uzbekistán) + 1037 Hamadán (Irán) – Médico, científico y filósofo.

Nuestros padres se fueron a vivir a este barrio en torno a marzo de 1948, primero en una habitación alquilada, luego en un piso en la calle Candil, allí permanecimos hasta que nos fuimos a vivir a la calle Mohamed V en los 60.

Durante los años del Protectorado Español, siendo Tetuán su capital, se produjo un crecimiento relevante de la población, desde el Alto Comisariado se ponen en marcha planes de desarrollo, que generaron lo que se conoce como el «Ensanche», junto a la Medina histórica.
Pero el desbordamiento poblacional de la ciudad continuó, sobre todo hacia el este, oeste y sur del Ensanche, donde se fueron produciendo viviendas autoconstruidas, que se extendieron como una mancha de aceite, pero con dificultades para garantizar los abastecimientos básicos de agua, electricidad y transporte público. En estas nuevas periferias se encontraron familias humildes españolas y marroquíes.
Fue necesario desarrollar planes urbanísticos para urbanizar estos nuevos espacios, que condujeron al desarrollo de la barriada Mulay Hassan, al este, el barrio Jbel Dersa al sur, en las laderas de este monte y el barrio Málaga, al oeste del Ensanche.
También fue imprescindible promover la construcción de viviendas sociales en las periferias de estos barrios, para reubicar a muchas de las familias de los funcionarios marroquíes y trabajadores del Protectorado que llegaban y para los obreros españoles y marroquíes que vivían aún en condiciones muy precarias. Fue incorporándose también bastante población española, lo que la convirtió en un espacio de integración.
El popular barrio Málaga se desarrolla al oeste del «Ensanche», para absorber la fuerte corriente migratoria que se generaba con la llegada de población española y marroquí a la capital del Protectorado Español.
Fue concebido como parte del desarrollo urbano de Tetuán, especialmente en torno a la década de 1940. Su trazado refleja influencias españolas, con calles organizadas y una clara intención de ordenamiento urbano.
En los años 50, destacaba por sus viviendas de estilo funcional, muchas de ellas construidas como parte de programas de vivienda social y con algunos equipamientos comunitarios básicos: Grupo de viviendas Generalísimo Franco (1936/38), para obreros españoles, de una planta y con patios interiores; Grupo García Valiño (1953/55), viviendas adosadas de una planta organizadas en manzanas, destinadas a familias marroquíes humildes.

Los bloques de viviendas se diseñan con criterios de economía, higiene y orden, donde destacan elementos como alacenas, patios interiores, y alicatados que conectan con la cultura doméstica hispano-marroquí.
Se considera un ejemplo de cómo la vivienda, la identidad y el desarrollo pueden articularse en un entorno urbano con historia compartida entre dos culturas entrelazadas a lo largo de los siglos, cercanas pero diferentes, la española y la marroquí.
En el barrio se encontraba la Iglesia de San Antonio de Padua de Tetuán, construida posiblemente en los años 40, con el mismo estilo sobrio y funcional que el resto del barrio, con algunos elementos neomudéjares y racionalistas.

Allí, en la calle de San Antonio, nos bautizaron a los 3 hijos más pequeños de la familia: a Francisco Manuel en 1954, a Juan Carlos en 1956 y a Luisa Fernanda en 1959.


Hoy se ha construido en su lugar una hermosa mezquita, a la que han denominado Mosquée Sidi Antonio, conservando en su nombre su variado pasado.

El cine Victoria, hoy abandonado, se convirtió en aquellos años en un lugar de encuentro relevante para el barrio.
Nuestra madre iría con sus conocidos y sus hijos en diferentes ocasiones. Allí iría posiblemente al estreno de «La revoltosa», protagonizada por Carmen Sevilla y Tony Leblanc.
Le encantaba la zarzuela y por supuesto esta película, adaptada al celuloide, y que narra escenas de la vida en una corrala de su tierra, con Mari Pepa como protagonista atractiva y coqueta que revoluciona a los hombres de su vecindario, y con Felipe, un vecino carpintero que finge indiferencia pero que está profundamente enamorado. La historia se desarrolla entre celos, malentendidos y juegos de seducción, culminando en una reconciliación amorosa, combinando en su desarrollo, comedia, romance y música para retratar el Madrid castizo de finales del XIX en el que vivieron sus abuelos. Se sabía las letras de memoria y solía tatarearlas.
Tal vez fuera también a ver: «Esa pareja feliz», ópera prima de Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga; «La reina de África», dirigida por John Huston; «Otelo», película de coproducción marroquí-estadounidense-franco-italiana dirigida por Orson Wells; «Quo vadis», dirigida por Mervyn LeRoy; «Un americano en París», dirigida por Vincente Minnelli; o tal vez «Un tranvía llamado deseo», película estadounidense dirigida por Elia Kazan, entre otras muchas. Todas estrenadas en esa época.
En Tetuán había otras salas relevantes, como el cine Avenida o el Teatro Español, referente cultural de la ciudad.
Su piso en el barrio, fue el espacio de protección más importante de la vida de nuestra madre y de sus dos hijos mayores, sobre todo en los primeros momentos. Los niños fueron construyendo sus amistades en base al círculo de relaciones familiares de nuestra madre.
Poco a poco se fueron haciendo con el barrio y con distintos espacios de la ciudad, relevantes para la vida de toda la comunidad española.

Fue participando en actividades sociales, algunas como esta, realizadas en el entorno de la Plaza Primo.
Una ciudad que atesoraba el valor de la artesanía y lo hecho a mano, y donde llegaba una gran variedad de productos del campo: el Zoco, su peculiar mercado, sus distintas calles comerciales con sus tenderetes.

En cambio, para nuestro padre, su contexto vital fue creciendo enormemente, tenía allí algunos amigos, pero los negocios le llevaron de forma cotidiana por distintas ciudades.

El barrio estaba bien comunicado con el centro de la ciudad, y por él circulaba el trolebús “eléctrico” que llevaba desde Tetuán a la playa de Río Martín (Martil), que posteriormente desaparecería y que hoy volvemos a ver en nuestras ciudades.
El barrio ha construido sus raíces a través de la convivencia de sus moradores, un espacio propio y peculiar donde se entrelazan sus vivencias cotidianas, fueran cuales fueran sus orígenes geográficos. Mantienen una identidad cosmopolita muy fuerte y cohesionada, de la que aún hoy, los más mayores se sienten muy orgullosos.
En el barrio Málaga no se han generado nuevos hitos arquitectónicos, pero su relevancia actual reside en la memoria urbana, la identidad colectiva y la conservación de su trazado y arquitectura original, aunque siguió evolucionando con el tiempo (🎥 Documental: El Barrio Málaga. Al margen de la historia (2011)).
Instituciones como el Instituto Cervantes de Tetuán han promovido actividades culturales y mesas redondas para revalorizar el barrio Málaga como patrimonio urbano y social (Un recorrido por el barrio).


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