“La tempestad bendijo mis sueños americanos, pero liviano sobre un corcho, dancé sobre los montes santos, envuelto en sedas multicolores; la relevancia me cubrió de esplendor; lástima que me alcanzó el despertar».
Francisco Manuel Fernández Merino, 6 de noviembre de 2025.
Nuestros padres y hermanos aparecen empadronados desde el 3 de marzo de 1948 en la calle Ed-fu, 3, del Barrio Málaga, como se certifica desde la Junta de Servicios municipales de Tetuán.
Este dato deja entrever la importancia en la ciudad de su amigo Larbi, ya que solían designar algunas calles con el nombre de familias relevantes.

Foto de nuestra madre fechada el 5 de marzo, por detrás estaba dedicada a su marido para que nunca la olvidara. Esta era una costumbre en esa época, ya que los desplazamientos y viajes solían ser largos.
Posiblemente en octubre alquilaron la habitación con derecho a cocina apalabrada con el practicante, en el Barrio Málaga. Estaban contentos, la dueña era muy habladora, presumía de la muchísima ropa que tenía, y disfrutaba enseñándosela en las largas tardes a nuestra madre.
Con el tiempo conocieron que su casero había sido legionario y que bebía más de lo debido, lo que generó algunas situaciones complicadas y delicadas. Empezaron a no estar bien allí.
Nuestro padre a través de su amigo y compañero de la guardia civil José Domínguez Marín se enteró que alquilaban el piso que estaba encima de su vivienda.

Rápidamente la alquilaron, era una primera planta en la calle Candil, 5 (allí, mas adelante naceríamos tres nuevos hijos). El bloque de la vivienda estaba frente a la Tintorería “Amaya”.
Esta calle era una calle residencial, con viviendas unifamiliares y algún bloque de pisos, como el nuestro. Nuestra vivienda estaba en la primera planta. Al entrar, a la izquierda había una especie de salita de estar, y a la derecha estaba el despacho de nuestro padre.
Te encontrabas delante con un pasillo que te llevaba a 2 habitaciones en su parte izquierda, la primera la utilizaron nuestros hermanos José Miguel y Mari Carmen. Más al fondo estaba la habitación de nuestros padres.
A la derecha recuerdo que estaba la cocina alicatada con losas blancas, con una ventana que daba a un patio interior, por la que entraba mucha luz.
Para cocinar, tenía una hornilla de hierro, que funcionaba con carbón, tenía varios espacios en la parte superior, cubiertos cada uno con 2 o 3 aros planos de hierro, que funcionaban a modo de rejillas, quitándolos para ir metiendo el carbón, y volvías a ponerlas, según quisieras poner un cazo, cacerola, olla o sartén más chico o más grande, así también se aumentaba el fuego que se necesitaba.
Cuando metías el carbón, hacías un redondelito como un volcán chiquito donde introducías un trocito de trapo mojado en aceite de girasol. Cogías una cerilla y encendías el trapo, y con mucho cuidado lo cubrías con trocitos de carbón, sin asfixiarlo, claro.
No existían aún ni neveras, ni lavadoras, ni por supuesto lavavajillas. Se fregaba y se lavaba a mano en una pileta.
Los alimentos se tenían para unos pocos días, y se guardaban en zonas frescas de la cocina en una especie de alacena de obra.
Apenas tenían muebles y por supuesto no había ni radio.
Nuestra madre se veía muchas veces desbordada con Jose Miguel, apenas salían, pasando casi todo el día en la casa los tres solos, aunque Mari Carmen le ayudaba con él, no paraba de tocarlo todo.
Ella nos contó que un día apareció con un plato en la mano y le preguntó: “Si yo rompiba este cristal, ¿qué pasariba?, ella le dijo: “pues que te pegariba”. Y plaf, lo rompía, apareciendo una sonrisa en su cara para luego salir corriendo.

A veces se iba a casa de la mujer del practicante a charlar, habían cogido cierta amistad, un día la convenció para que se pusiera algunos de sus vestidos, y le hizo alguna foto, como ésta, vestida de musulmana con todos sus abalorios.

A veces se iba a casa de la mujer del practicante a charlar, habían cogido cierta amistad, un día la convenció para que se pusiera algunos de sus vestidos, y le hizo alguna foto, como ésta, vestida de musulmana con todos sus abalorios.
De esta foto, hizo copias y se la envió a su familia para mostrarle su buena adaptación a esta nueva cultura.
Durante este año, algunos de los amigos y compañeros de nuestro padre se fueron a Venezuela, él se quedó con las ganas, pero estaba yéndole bien, ganaba bastante porque en Tetuán, Casablanca y también en Tánger se movía mucho dinero por esa época, y decidió quedarse algo de más tiempo y seguir ahorrando. Pensó que, si algo no iba bien, siempre podría hacer las maletas e irse.
Como tenía más trabajo del que podía hacer, a veces alquilaba algún camión a otros, pero un día decidió comprar otro camión de segunda mano, esta vez de la marca Fargo de 28,5 Caballos de potencia y que podía cargar hasta 4 toneladas de mercancía.

Consiguió la licencia para dedicarlo al transporte de mercancías el 6 de marzo.
A Mari Carmen, cuando tenía 5 años, la llevaron al colegio “María Milagrosa” de las monjas, en la continuación de la calle Generalísimo Franco, que tras la independencia se llamaría Mohamed V.
Al principio no la querían coger porque era pequeña, pero como nuestra madre estaba muy enferma, la aceptaron.
Empezó a ir al colegio sobre el 19 de marzo, fecha de esta foto con su uniforme.



Nuestro padre le puso al Fargo una caja a modo de plataforma para la carga sencilla, y pudo ponerlo a trabajar pronto.

El 7 de abril de 1948 el Régimen puso fin al estado de guerra decretado a principios de la guerra civil, aunque los tribunales militares seguirían ocupándose de los “delitos políticos” en virtud de la Ley de Bandidaje y Terrorismo aprobada el año anterior.
En ese decreto se reflejaba la persistencia aún del estado de guerra en ciertas zonas del país, debido según el gobierno a la actividad guerrillera del “maquis” que se mantuvo, formado por guerrilleros antifranquistas que, tras la guerra, no se quisieron entregar para no ser represaliados y continuaron la lucha armada refugiados en zonas montañosas y rurales, especialmente en Galicia, León, Asturias, Cataluña, Aragón y Andalucía. El final de esta década se intensificó la represión y muchos guerrilleros fueron abatidos, ejecutados y capturados, el miedo y las represalias hizo que fueran perdiendo apoyos de la ciudadanía.
Tras 12 años de una fuerte represión y falta de libertades, Franco supo que ya ningún peligro esencial pondría en cuestión su “mando”, una vez había sido “domesticada” la oposición monárquica, derrotadas las guerrillas, desahuciada la oposición republicana en el exilio y decapitada en el interior, y roto en parte el aislamiento internacional de su régimen.
Nuestro país no fue admitido en los organismos internacionales hasta la década de los 50. El 7 de noviembre el príncipe Juan Carlos, de 10 años de edad, llegó a España.
El conjunto de instituciones, organizaciones y principios ideológicos que sustentaban a la dictadura se terminó de articular, siendo conocido como “el Movimiento o Movimiento Nacional, partido único del régimen. Estaba encabezado por la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, creada en 1937 por Franco. Tras él, estaba el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, los Sindicatos Verticales (donde se agrupaban trabajadores y Empresarios) y otras entidades que regulaban la vida social y cultural.
Fue concebido como el único cauce de participación política, eliminando cualquier forma de pluralismo. No había elecciones libres ni partidos de oposición legales.
Este año llegó a Tetuán la señora Presenta, el marido llegó a comandante y luego le nombraron teniente coronel. Vivía en el mismo rellano, pero enfrente, junto a la vivienda de un abogado.
Nuestro hermano Jose Miguel nos decía que ella era otra esclava como nuestra madre. El marido se gastaba mucho dinero a las cartas. Suerte que cada primero de mes tenía un nuevo y buen sueldo.
La gente creía que nuestra madre era su hija, iban a todos los lados juntas. Ella estaba algo torpe, apenas salía y nuestra madre la ayudaba.
A veces iban juntas al cine Victoria o al Avenida y también al mercado, en el barrio Málaga o a realizar compras en el centro. Fue como un familiar.

Ella estaba bastante enferma, tenía problemas con su sangre. Se vio obligada a tomar corticoides y fue cogiendo poco a poco peso.
Cuando se ponía peor, los hijos de la señora Presenta le iban a la compra: Loli, Pilar o Mercedes.
También mantenía una magnífica relación con su amiga Coral, que se convirtió en una nueva hermana, su madre también le ayudó mucho cuando la enfermedad le apretaba.
En la ciudad se termina la construcción del edificio de la compañía de seguros La Unión y el Fénix Español en la parcela que había ocupado el mercado de abastos, en parte de la primera de las manzanas de la calle Mohamed V. Fue uno de los edificios más representativos del Ensanche de Tetuán.

En las navidades, a principios de enero de 1949, todos se fueron a Madrid en coche, cruzando el barco desde Ceuta a Algeciras.
En los Reyes le compraron a Mari Carmen un abrigo en la Calle Arenal de Madrid, que según decía nuestro padre, le costó 6 u 8 mil pesetas, un dineral, pero a nuestro padre le gustaba aparentar, que se le va a hacer.

Nos contaron que años después, cuando se le quedó pequeño, nuestra tía Luisa se ofreció a arreglarlo y cuando lo arregló, nuestra madre se lo regaló.
Allí nuestros hermanos conocieron y jugaron con su prima Marisa. Jose Miguel tenía algo más de 2 años que ella y Mari Carmen los paseaba a los dos por los soportales de la plaza del Pardo.
A principios de 1949 el régimen franquista recibía el primer crédito concedido por un banco estadounidense con la aprobación de su gobierno, por valor de 25 millones de dólares. El gobierno de Estados Unidos, aunque criticaba que se mantuviera un gobierno no democrático y que faltaran libertades, buscaba el acercamiento de nuestro país al bloque occidental, lo que se llevaría a la firma de pactos años después.

Este acercamiento provocó que hasta la década de los sesenta, la oposición antifranquista interna y del exilio vivió su “travesía del desierto”. Las naciones democráticas priorizaron el mantener un equilibrio de fuerzas a seguir promoviendo las democracias en los países.
El negocio del Carbón
A nuestro padre le concedieron la explotación de 2 aprovechamientos forestales en Larache para recoger leña, hacer carbón. Fueron los lotes números 2 de la Gaba de Yebel Amasul y 8 de la Gaba de Yebel Aalam, ambas situadas en montes de la demarcación de Beni Arós. Empezó a dedicarse principalmente a montar una empresa para la elaboración del carbón.

Orientado por familiares, viajó a Ronda en búsqueda de carboneros buenos, a los que se llevó a Larache, junto a algunos primos y a sus hermanos Alfonso y Roque.
Por aquel entonces, los comerciantes lo compraban a 80 céntimos (de canutillo), y lo vendían a 3 pesetas (tres cincuenta era el precio de mercado), a él le salía en su explotación a real (25 céntimos) el kilo, con lo que podía competir bien en ese mercado, teniendo en cuenta que era un producto de mucho uso en la vida cotidiana, al igual que la leña.
El negocio del Corcho
Ese año, nuestro padre llevó a nuestro abuelo, que tenía 73 años, a Larache con el objetivo de que matara jabatos en aquellos montes, aunque en sus pensamientos estaba la idea de mostrarle cómo había progresado con esas explotaciones. Y según nuestro hermano Jose Miguel, también pretendía que vigilara y trabajara en el campo, al igual que hacían sus hermanos, su cuñado Juan y algún amigo, necesitaba personas de confianza.
En la ruta que le preparó, nuestro abuelo observó que, para hacer el carbón, en los montones de leña, también echaban el corcho de los árboles, y se molestó mucho con nuestro padre, según contaba él, le dijo que el corcho era un tesoro, que estaba tirando el dinero que valía y que estaba prohibido quemarlo.
Según nos contó, ese mismo día se fue a Larache a por las guías para circular por carretera y aprovechó para preguntarle al Ingeniero de Montes, éste se asustó bastante, porque comprobó en la normativa que eso no se podía hacer. Y por lo visto lo hacían todos en la zona.
Éste habló con Varela, que ordenó inmediatamente se comunicara a todos los concesionarios para que el que quemara un tapón de corcho fuera a la cárcel.
A partir de entonces, el corcho, que salía a 50 céntimos, y se vendía a 5 pesetas el kilo, se unían en balas de 40/50 kilos. Si era de buena calidad, se podía llegar a vender a 10 pesetas el kilo.
Todos en las explotaciones empezaron a extraer el corcho procedente del aclareo. Las ventas se hacían en Tetuán, pero él contrataba también el transporte y lo llevaba en sus camiones a Ceuta para embarcarlo, cobrándolo aparte. Según nos decía, parece que después lo exportaban y lo llevaban a Alemania.
En la foto en la playa, fechada el 4 de julio, nuestra madre, con Mari Carmen y José Miguel en la playa de Río Martín. La chica es Rosa, que ayudaba a nuestra madre en casa, y que la acompañaba también a la playa.

Nuestra madre, en la azotea del piso alquilado por nuestros padres en la Calle Candil, con Mari Carmen, José Miguel y Rosa.
Jose ejercía de “Pelón”, porque había cogido piojos en el colegio, circunstancia bastante usual.

En esa azotea, los niños subían sus juguetes; José Miguel, cuando su hermana se descuidaba, solía tirarle algunos juguetes a la calle, cuando bajaban a por ellos, si aún estaban bien, el cogía y los volvía a tirar con objeto de rompérselos a su hermana. Lo usual en los chicos, esos celillos descontrolados.
A finales del verano recibió carta de su madre, que incluía una foto con Miguel en el Estanco del Pardo. Nuestra abuela Paula tenía 56 años y Miguel 22.

Nuestro padre compró por entonces otro camión de segunda mano, un AUSTIN, matrícula 6724-30, de 21 HP de potencia y 8 TMS de carga, le expidieron la licencia para su uso en el transporte el 20 de diciembre.

Fue un camión utilizado por el Ejército en la campaña de la guerra, y lo había firmado un mariscal británico: Bernard Law Montgomery.
Este oficial estuvo con el ejército aliado para detener el avance del África Kops alemán de Erwin Rommel, consiguiendo expulsarles del norte de África.
Por lo que posiblemente el camión se utilizaría en la campaña del norte de África en Libia o Túnez, y tal vez en Egipto, tras la batalla de El Alamein.
En la foto, aparece aparcado a la puerta de la Comisaría. Tenía una caseta donde dormía el guarda.

El camión Austin, lo vemos preparado para su nuevo cometido, llevar leña, corcho y carbón. Estaba en mal estado, en 2ª no andaba y en 3ª se le iba.
Nuestro padre nos contó que un día le metió 16.000 kilos de carga y en una cuesta abajo se le fue el freno, cogiendo las curvas a mucha velocidad. Pudo aprovechar una cuesta arriba para cambiar y controlarlo, casi se matan el tío Alfonso y él.


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