Francisco Manuel Fernández Merino – Octubre de 2025
- “Tu pasado se ha quedado atrás, tu futuro aún no ha llegado, aprovecha y disfruta con emoción tu presente, con las personas que te acompañan en tu camino y a las que más quieres, es tu posesión más valiosa”.
En Tetuán durante el periodo del Protectorado Español de Marruecos
El 1 de noviembre de 1946, al atardecer, llegaron a Tetuán; preguntaron por una pensión y se fueron a la más cercana, según nuestra madre pasaron la noche en una habitación “asquerosa”.

Al día siguiente alquilaron una habitación en una casa. Su malestar fue en aumento a lo largo del día y volvió a pasar una mala noche. Al levantarse estaba tan mal que nuestro padre la llevo al Hospital Militar Español de Tetuán, donde permaneció ingresada unos días con una fuerte infección intestinal o de orina. José Miguel seguía muy molesto y tampoco estaba bien, lo tuvo allí ingresado con ella, muy complicado todo, cómo lo harían, seguro que la solidaridad fluiría a su alrededor.
Allí escribió una carta a su madre comunicándole cómo le había ido y el traslado, la mandó cuando salió del hospital.

Nuestro padre se presentó en su nuevo destino en las oficinas del Alto Comisionado en las que iba a trabajar, pensó que era el mejor espacio posible para poder valorar nuevas oportunidades, que seguro le permitirían cubrir sus objetivos.

Al poco tiempo le llegaron los muebles y enseres que había llevado consigo desde Madrid, los instalaron en la habitación alquilada. Volvió a colocar cuerdas en las patas de la mesa camilla para colgar los utensilios de cocina cuando no los utilizaba.
Jose Miguel se iba recuperando y podía moverse, lo tocaba todo, investigando ese nuevo espacio; se metía bajo la mesa y allí se formaba la marimorena, todo acababa por el suelo.
Como no estaba repuesto del todo y tenía aún heridas por gran parte de la cara, pecho y brazos, apenas podían moverse por esta nueva ciudad para ella, pero la necesidad, a veces, obligaba a ello. El ungüento que le echaba su madre era tan fuerte que le molestaba enormemente, se enojaba cada vez que se lo ponía.
Tetuán era una ciudad muy bonita y diferente de lo que ella estaba acostumbrada, era conocida como “La paloma blanca”, dispuesta con sus alas extendidas sobre los montes.
Situada en el norte de Marruecos, ubicada cerca del mar Mediterráneo y en las proximidades de Ceuta (Sebta – 41 km), Alcazarseguir (Ksar Sghir – 52) y Tánger (61).


Es la ciudad de Marruecos con más rasgos andalusíes. En torno a 1484 llegaron los primeros refugiados españoles provenientes de la ciudad de Granada, del Reino de Granada, encontraron una ciudad atacada y arrasada en 1437 por los portugueses asentados en Ceuta, que intentaban controlar las rutas marítimas y frenar la piratería magrebí, dejando la ciudad practicamente despoblada y en ruinas. Permaneció abandonada durante décadas, hasta que ellos llegaron.
El paisaje que se encontraron los granadinos les recordó en mucho su tierra amada y decidieron asentarse en ella. Muchos eran miembros de la nobleza granadina, artesanos, comerciantes y ulemas que llevaron consigo su lengua, arquitectura, costumbres y saberes.
Entre estos granadinos se encontraba Abu al-Hasan al-Mandari (también conocido como Sidi al-Mandri; 1440-1515), noble y militar andalusí originario de Granada, que había sido alcalde de Piñar, una fortaleza al noreste de Granada y que aquí lideró la reconstrucción urbana, militar y cultural, que convertiría Tetuán en un enclave de cultura andalusí en el norte de Marruecos.
La ciudad se convirtió poco después en refugio de los judíos sefardíes expulsados de España, que continuaron hablando el “haketía”. De esta época procede el núcleo de la ciudad vieja, el barrio conocido como Bled (El Pueblo).
Más tarde, en los inicios del siglo XVI, sería uno de los principales destinos del exilio de los moriscos expulsados por Felipe III. Fundaron un barrio al norte del Bled, conocido como Al-Ayun (Las fuentes), donde está la popular “calle Tranca (Tranqat)” o la mezquita y escuelas Luqash (Lucas).
En 1860, tras la batalla de Tetuán, volvió a ser ocupada por los españoles, pero solo hasta 1862; se abandonó tras cumplir el Imperio Jerifiano los acuerdos económicos del tratado de Wad-Ras firmado el 26 de abril de 1860.
Se volvió a ocupar por España el 19 de febrero de 1913 y desde entonces era la capital del Protectorado Español de Marruecos. Tras esta última ocupación, se desarrolló como una base estratégica para expediciones militares. Experimentó un gran desarrollo económico y cultural con “el Ensanche” junto a la Medina, para acoger a la población militar y civil española más acomodada y el barrio Málaga donde vivían los trabajadores españoles que allí emigraron.

En los años anteriores a la llegada de nuestros padres había sido testigo de cambios significativos, y en ella se reflejaba una mezcla de influencias, desde la tradición neoárabe hasta estilos como el historicista y neoherreriano, regionalista (neomudéjar), art decó y modernista. Los edificios y la arquitectura de esa época eran únicos y representan una parte importante de su historia.

Nuestra madre en cuanto pudo se acercó a la Iglesia de Nuestra Señora de las Victorias, situada en la Plaza de Primo de Rivera, hoy plaza Muley El Mehdi, necesitaba darle las gracias a Dios por la recuperación de Jose Miguel, un milagro para todos y también por la suya.

Esta iglesia, construida por Carlos Ovilo Castelo, arquitecto madrileño y personaje clave para el desarrollo urbano de la ciudad, como Jefe de Servicio de Construcciones Civiles. Fue inaugurada en 1927, tiene un estilo neomudéjar con 3 naves. Estaba atendida por los religiosos franciscanos, como en la iglesia de su amado Cristo del Pardo, lo que la llenó de alegría y de recuerdos.

El 11 de diciembre, nuestra madre recibió con dolor un telegrama donde le comunicaron la muerte de Manolita, la hija de su hermana Luisa, cuando tenía solamente 5 meses y 4 días. Ella recordó lo mal que lo pasó con el accidente de Jose y no podía dejar de pensar en el sufrimiento infinito de su hermana y le escribió una carta en un intento de consolarla, labor ciertamente complicada.
Hubiera deseado irse corriendo con ella, pero ni él ni ella estaban aún para otro nuevo viaje.
Las navidades del 46, las pasaron en Tetuán. Echaron mucho de menos a Mari Carmen.
Nuestro padre en su cercanía con las autoridades que le iban presentando en el Alto Comisionado, fue tomando contacto con sus nuevos compañeros, preguntando por todo lo que pudiera darle pistas para cubrir su objetivo de buscar una oportunidad comercial que le abriera nuevos horizontes económicos. Tenía un sueldo realmente pequeño como Guardia, y aunque él se había reservado una cantidad importante de dinero procedente de la venta de artículos de piel en Madrid, pensaba que no era suficiente aún para volar hacia una nueva empresa, e intentaba no tocar ni una peseta.
En marzo recibieron una carta de la tía Luisa, donde les informaba de que estaba nuevamente embarazada y muy contenta y que esperaba que esta vez todo saliera bien.
Durante esa primavera, nuestro padre entabló amistad con Fernando, un transportista con el que se relacionó y al que preguntó por la rentabilidad de ese negocio, éste le comentó que se estaban haciendo muchas obras allí, en Tánger, Arcila (Asilah), Chaouen (Chefchaouen) y Larache, que ganaba dinero y que le sobraba el trabajo. Él empezó a darle vueltas a esa idea y recopilaba toda la información que podía para su posible desarrollo.
Más adelante, Fernando le comentó que un amigo suyo se iba a volver a la península y que iba a vender su camión.

Él vio que podría tener la oportunidad de adquirir un camión de segunda mano y empezar a hacer trabajos en el transporte, ya que tenía constancia de que había muchas posibilidades de ganar dinero. Acordó con el amigo de Fernando, que él seguiría con esos transportes para ver si le era rentable, le alquilaría su camión y para el caso de que le fuera bien, acordaron una cantidad por él.
Pidió la baja en la Guardia Civil. Tardaron un tiempo en darle respuesta.
El 30 de mayo de 1947 se licenció de la Guardia Civil, aunque se mantendría obligatoriamente en la reserva hasta 1955, que fue cuando obtuvo la licencia absoluta. Las fotocopias no existían, las fotografías las sustituían.

A partir de ese momento se dedicó a transportar ladrillos, grava y bordillos a Tánger.

Cuando vio que en el proceso seguido tenía margen de ganancia, le compró el camión Reo a Fernando como habían acordado, para continuar él con el transporte. El camión tenía 23 caballos de potencia y podía cargar 5 toneladas.
En la foto con su camión, fechada en septiembre.
Mantuvo la licencia pagada por el anterior dueño, hasta el 5 de diciembre, donde la pone a su nombre indicando que lo dedicaba al servicio público de transportes de mercancías.
Durante el verano, cuando el trabajo bajo un poco, y ya con Jose Miguel mucho mejor, decidieron hacer un viaje a Madrid, nuestra madre tenía muchas ganas de ver a su familia. Así recogerían a Mari Carmen, que se había quedado con la abuela Paula.
Antes de finalizar octubre, recibieron un telegrama del tío Paco, donde les comentó que el 22 de octubre había nacido su hija María Luisa y que había ido todo bien.
Nuestro padre hizo amistad con Larbi Ed-fu, que vivía muy cerca del Hospital Militar, frente al Bar Valiente. Un día, estando en el barrio Málaga alternando, este le presentó a un practicante gordito y con una cojera muy grande, que al decirle él que vivía en una habitación alquilada en la que no estaban muy contentos, le comentó que él tenía una habitación alquilada, pero que no estaba contento con el inquilino y que en unos días se iba a ir. Se acercaron a enseñársela y le gustó.
Su amigo Larbi le dijo que dejara la habitación que tenía y que mientras esperara que ésta estuviera disponible, se fuera a vivir a su casa, y eso hicieron.
Un día decidieron ir con Larbi y su mujer todos a Ceuta, fueron a la estación del tren de Tetuán y compraron los billetes.
El viaje les encantó, sobre todo a Jose Miguel, que se movía por el vagón como Pedro por su casa. Estuvieron paseando por la calle Real, viendo las tiendas y bazares, donde compraron algunas cosas que necesitaban, y también algunos encarguitos de las amistades.

Luego se fueron al puerto a comer, viendo atracar al barco que venía de Algeciras. Y antes del anochecer, cogieron el tren de vuelta a Tetuán.


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